DEVOCIONAL 12

Día 12- jueves 26 de agosto 2010.

“Tú, Señor, eres Dios, y tus palabras son verdaderas, y has prometido a tu siervo tanta bondad, dígnate pues en bendecir la dinastía de tu siervo para que permanezca siempre bajo tu protección. Tú, Señor Dios, lo has prometido, y con tu bendición la dinastía de tu siervo será bendita para siempre”

2º Samuel 7:28,29

            Cuando pensamos en David pensamos: Pastor, poeta, matador de gigantes, rey, antepasado de Jesús. En resumen uno de los grandes hombres del Antiguo Testamento, pero junto con esta lista está otra: Traidor, mentiroso, adúltero, asesino. La primera lista da las cualidades que quizá todos queremos tener, la segunda la que quizá podemos llegar a tener. La biblia no se esfuerza en esconder los fracasos de David. Sin embargo, se le recuerda y respeta por sus sentimientos hacia Dios. Al saber que nos parecemos más a David en sus errores que en su grandeza, debemos tener la curiosidad de descubrir que fue lo que hizo que Dios se refiriera a David como un hombre “conforme a mi corazón” 1º Samuel 13:14, Hechos 13:22

            David más que nada tenía una fe inalterable en uno de sus grandes atributos, la naturaleza fiel y misericordiosa de Dios. Fue un hombre que vivió con gran placer, pecó muchas veces, pero era rápido para confesar sus pecados. Sus confesiones provenían de lo más profundo del corazón y su arrepentimiento era genuino. David nunca tomó a la ligera el perdón de Dios, ni dio por hechas sus bendiciones. Por ello, Dios nunca dejó de darle ni su perdón ni las consecuencias de sus actos, David experimentó el gozo del perdón aun cuando tuvo que sufrir las consecuencias de sus pecados.

            Tenemos la tendencia a invertir estas dos cosas. Muy a menudo, preferiríamos evitar las consecuencias a experimentar el perdón. La gran diferencia que hay entre David y nosotros es que él pecó en gran manera, pero no peco repetidamente tomando el perdón de Dios como un juego. Aprendió de sus errores por qué aceptó el sufrimiento que traían consigo. Por lo general parece que no aprendemos de nuestros errores o de las consecuencias que resultan de los mismos. ¿Qué cambios necesitamos para que Dios encuentre esa clase de obediencia en nosotros? Y podamos decirle:

¡Ahora pues Dios, tus palabras son verdad! Ayúdanos a abstenernos de pecar contra ti, limpia nuestro corazón para que tengamos un arrepentimiento genuino, verdadero; porque tú lo conoces,  examínalo diariamente y mira si no hay perversión en él. Para que cómo tu siervo David tener tu bendición en nuestra casa para siempre. Te amamos…Amén.